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En las fiestas de primavera de Murcia, hay un día especial, llamado "bando de la huerta", donde toda la ciudad se desplaza en el tiempo, volviendo a los orígenes "huertanos", vistiendo los trajes típicos de hace cien años. Todo se llena de color. No falta nadie en las calles. Clavelitos, castañuelas, jotas, y, no vamos a decir que no, un buen vinito.
¿Por qué me gusta?
Porque pienso que las tradiciones nunca deberían perderse. Y durante una semana, se evocan esas maravillosas construcciones de la huerta llamadas "barracas". Aunque sea en un modo "distinto", "peculiar". Reconstruir barracas no tendría ningún sentido ahora. Pero sí el recordar cómo eran, y que existían!
Una casa fresca sin aire acondicionado, con esos 45ºC en verano, es de interés bioclimático. Dicen que la clave eran los ventanucos, que dejaban pasar la luz y a la vez retenían el fresco. Los muros eran fabricados por los huertanos que labraban las tierras, con adobes que construían sobre los tallos de girasoles secos, que se usaban para el esqueleto, que venía cubierto después por mantos de albardín. Cañas para rodear, para el corral, el horno, un buen lebrillo al sol, la paja, un rastrojo de trigo y sisca para el toldo y el techo. Pura artesanía.
Ahora las barracas son los lugares que una serie de peñas huertanas utilizan para reunir a la gente durante las fiestas de primavera. Se sitúan por toda la ciudad. En parques y plazas. Son ellos mismos los que organizan todo, e invitan a degustar los "manjares murcianos más típicos y caseros" que se puedan imaginar. El precio es verdaderamente un regalo. Toda la peña, mayores y pequeños, participan de esta fiesta. Y con el dinero recaudado después de la dura semana de trabajo, se van de viaje juntos. El trato es tan cordial, que incluso al "visitante", le parece pertenecer a este ambiente desde siempre. El que lo prueba repite. ¿Por qué? Nadie puede resistirse a tan magnífica degustación culinaria, en un lugar tan único, y con tanta alegría en el aire.
Dicen que ya casi no queda huerta. Pero yo me pregunto: ¿entonces de dónde sacan las mejores frutas y verduras del mundo? Porque la diferencia, se nota.
Hay una extraña visión de que en el Sur no se trabaja, o se trabaja poco. Para nada. Se trabaja como en todos sitios. Con todos mis respetos, la única diferencia está en el sol. Donde hay sol apetece salir . Hay alegría, no sólo en las personas, sino en las calles, que se llenan; no sólo durante las fiestas, sino cada día. Y esto, indudablemente, es lo que todo el mundo desea. Así que a quien siga pensando esa solemne sandez, le diría: qué mala es la envidia. Porque el que vive el Sur, se queda.